Esta mañana, sentada con mi madre en nuestro precioso jardín, me comentaba que las azaleas y los rododendros sorprendentemente estaban floreciendo ahora, en invierno, cuando lo normal era que lo hicieran en primavera. Yo le dije que, quizás, lo hacían en agradecimiento a que, desde hacía un tiempo, veníamos más al jardín, a ver las plantas y admirarlas, y esa era su respuesta a la compañía y al cariño que nosotras les dábamos. Ella me sonrió y me dijo, no sé si muy convencida, que podría ser.
Una de nuestras azaleas durante la conversación matutina. |
Al cabo de unos minutos, todavía cavilando sobre el tema, me trajeron un regalo. El libro "La felicidad de los días tristes" de Jorge Bucay. Inmediatamente me puse a leerlo y cuál fue mi sorpresa que ya en el prólogo hablaba el autor de "la historia de la muerte de un árbol que no pudo soportar la ausencia de un niño". Si ya sabía yo que algo de cierto había...
La Persicaria Capitata acogiendo la bonita y cuidada edición del libro. |
Con este mágico comienzo me sumergí en su lectura hasta terminarlo.
El autor nos cuenta las relaciones entre una abuela, una madre y una hija y el peor dolor que una persona puede llegar a sufrir. Cómo el corazón se blinda para evitar los tormentos y cómo ese blindaje puede llegar a ocasionar la imposibilidad de sentir el resto de nuestras vidas. En este libro encontraréis un bálsamo curativo que hay que aplicar dos veces al día, mañana y noche, a aquello que nos hace daño, y con constancia, paciencia y una nueva disposición, podremos experimentar mejoría y ver como, poco a poco, vamos recuperando la felicidad perdida.
Pinchando aquí lo podéis comprar. |
El título del libro es muy apetecible, lo leeré. Por cierto, las plantas sienten y se "alegran" si las piropeas y les dices cosas agradables...Y de momento no estoy loca.
ResponderEliminar¡Yo creo exactamente lo mismo! ¡Besitos y gracias!
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